EPIGRAMA
Esperando comprensión, y (no me da vergüenza reconocerlo) algún que otro consejo, le conté a un celoso con solera que sentía celos de una morena esquiva y juguetona. Pero no sólo no obtuve comprensión, ni, por supuesto, consejo, sino que el hijoputa me reprochó severamente mi falta de madurez y de entereza.
Esperando comprensión, y (no me da vergüenza reconocerlo) algún que otro consejo, le conté a un celoso con solera que sentía celos de una morena esquiva y juguetona. Pero no sólo no obtuve comprensión, ni, por supuesto, consejo, sino que el hijoputa me reprochó severamente mi falta de madurez y de entereza.
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