Fuerte oleaje. Nado un buen rato: unas veces, avanzo; otras, me dejo
llevar (la vida misma). El pirata que llevo tatuado en el hombro izquierdo
llora de felicidad. Y es que, a pesar de su aspecto fiero, es un sentimental. Cuando vuelvo al coche, me encuentro un folleto de un club de alterne
en el parabrisas.
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