CUATRO PATAS DE UN PERSONAJE SINIESTRO
Primera. Tiene una columna fija en un panfleto sangriento. Cree que el resto de
los mortales está necesitado de sus sesudas teorías. Se sitúa frente al desafiante
folio en blanco y escupe su infecta bilis de sectario resentido.
Segunda. Todo lo que lee choca con su caparazón de enquistado dogmatismo. Pasan
delante de sus ojos cientos de páginas bellísimas que se pierden por el
sumidero de su arrogante ignorancia.
Tercera. Está encantado de conocerse. Es capaz de pasarse horas delante del espejo
imaginando que perora ante una multitud sumisa y boquiabierta.
Cuarta. Es un experto en cegar conversaciones, por la sencilla sinrazón de que carece de la preciosa virtud cívica de escuchar a su interlocutor.
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