SANTA INDIGNACIÓN
A su hijo primogénito lo lapidaron;
al segundo, lo apuñalaron; al tercero, lo fusilaron; al cuarto, lo gasearon. Escandalizados
ante esta última muerte, los dirigentes de los pueblos colindantes, llenos de
santa indignación, enviaron a sus respectivos ejércitos para atajar tamaña infamia. Cuando los soldados llegaron al lugar, la desvalida madre les comunicó
que ya no le quedaban hijos con vida.
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