martes, 13 de agosto de 2013

En la vida las verdades siempre llegan cojeando. Hay que tener paciencia; sobre todo con las precarias verdades provenientes del amor. Dar prioridad a lo que la gente hace frente a lo que gente dice es uno de los principios rectores de la escuela de guerra de la vida; luego toca aguantar las pequeñas o grandes decepciones con la necesaria dosis de estoicismo; sepultar al mentiroso, o mentirosa, en la tumba del implacable olvido; y continuar caminando alegremente, libre de rencor, y, a ser posible, acompañado de personas de fiar. 

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